Estaba llevando a Simón, el perro de mi vecino a la plaza, porque me gusta hacer esas cosas, tengo esa vocación de servicio… En un poste de luz veo pegado un afiche de esos que abajo de todo tienen flequitos recortados para que uno arranque y se lleve la info.
El afiche tenía un dibujo de una cabeza y un brazo saliendo como de una especie de línea horizontal a modo de mar. Abajo de la imagen se leía: “I'm not Waving, I'm Drowning” (No estoy saludando, me estoy ahogando).
El perro es super obediente y espera sentado en cada esquina a que le dé la orden para cruzar. Le doy la orden y cruza corriendo.
Debe ser una confusión muy común, pienso.
Yo, la mayoría de las veces en las que me estoy ahogando, también saludo.
¿Por qué en los momentos en los que no hago pie y se me acalambraron brazos y piernas, yo saludo?. Eso confunde.
Simón sube a la vereda, me adelanta, después se atrasa, me mira, espera a que lo alcance y sigue, no necesita correa porque es muy obediente y está bien entrenado, da la pata, se echa, todas esas cosas.
Durante un mes entero mientras me ahogaba, llamé su atención saludándolo desde el medio del mar, a veces lo saludaba con las dos manos, otras con una sola, alguna vez le mostré un pie, le hice la plancha, el sapito… Nunca le dije que me estaba ahogando. Pero no puede no haberse dado cuenta, nadie saluda tantas veces desde el medio del mar. Bueno, es que él no es muy sensible, es más bien tosco. Rudimentario digamos. Básico.
Llegamos a la plaza, Simón es un encanto de perro, juega con sus amigos, se huelen, hace sus cosas, limpio, sigue corriendo, sigo pensando…
¿Por qué lo saludé tantas veces?
Lo saludaba como mostrándole que todo estaba bien, que yo, que hice el curso de guardavidas, podría arreglármelas sola sin ningún problema en medio del océano.
Quizás, si él hubiera sabido claramente que se me estaban acalambrando las piernas y los brazos, me hubiera venido a rescatar...
¡O quizás no, y ése es el riesgo que no quise correr!, y por ahí ésa es la razón por la cuál nunca fui clara y le dije que me estaba ahogando. Si, debe ser eso.
Podría ahogarme mucho más tranquila pensando que él ignoraba que yo me ahogaba, pero no soportaría ahogarme sabiendo que decidió no rescatarme.
Llamo a Simón que viene, volvemos. Espera en la esquina a que yo llegue, me mira y espera, cuando llego, sigue caminando.
El me llamó hace poco, después de tres meses… Ya dije que aparte de ser guardavidas, tengo esa vocación de servicio.
Llego al poste con el afiche y leo más detenidamente, “No estoy saludando, me estoy ahogando”, grupos de ayuda para mujeres.(En inglés), ¿PARA MUJERES?, entonces… ¿Sólo las mujeres se ahogan?. ¿O sólo las mujeres tienen problemas para expresar su pedido de auxilio?.
Dejo a Simón en su casa, la de mi vecino. Le pongo su collar anti ladridos, una cajita espantosa que cada vez que ladra le da corriente, odio hacerlo. Pero sus vecinos se quejan cuando ladra. Vuelvo caminando sola.
Si, definitivamente, las mujeres disimulamos y los hombres piden auxilio.
Porque él me llamó y me dijo que le dolía la panza, porque miraba mis fotos y me veía demasiado linda, porque cree que veo a alguien más, porque sabe que no me tiene nunca más, él me llamó y quiso verme, y yo, que soy guardavidas, salgo al rescate corriendo, (mucho menos excitante que las de baywatch, claro), pero igual de eficiente. Y con mi vocación de servicio, le digo que todo va a estar bien, y le doy todas las razones posibles para que vea lo lindo, lo bueno, lo interesante y maravilloso que es, puede que le mienta un poco también, pero le doy consuelo y lo hago reír.
Porque yo sé lo que es estar ahogándose.
Aunque yo no sepa pedir auxilio.
Porque yo rescato.
Porque yo soy guardavidas.