lunes, 26 de abril de 2010

Inmobiliaria Nat-out

Si tan sólo las mujeres pudiéramos quedarnos con la primera sensación… ¿Se acuerdan de la primera impresión? de: “Ahhhhh!!!!. ¿Era ESTO?. ¡De haber sabido que era ESTO, habría seguido llegando a AQUELLO sin necesidad de ESTO!…” o… “¿Tanto lío para ESTO?”

Pero no, nosotras no nos quedamos nunca con la primera impresión de nada, nada es lo que es y ahí se queda… no, todo lo podemos cambiar, todo lo podemos arreglar, enduír, lijar y pintar para que quede como si fuera “a estrenar”…pfffff!!!
¿Cuál será la hormona que nos hace creernos las hadas madrinas de la reconstrucción?.

Si algo no cierra a primera vista, ¿por qué creemos que con nuestro esfuerzo y buena voluntad, finalmente termine siendo lo que no es?.
¿No sería más práctico, ya que siempre nos jactamos de nuestra practicidad, esperar a encontrar lo que buscamos?, en lugar de estar modificando lo que aparece sin las condiciones que necesitamos…
No por nada, cuando se pone a la venta un departamento difícil de vender se dice que “hay que encontrarle el novio”.

Y no es porque no nos demos cuenta, díganme la verdad, ¿no se dan cuenta cuándo no les cierra?, ahora la pregunta sería… ¿por qué si no nos cierra, no lo dejamos pasar y seguimos buscando?, No es como un departamento, ¡con posibilidades!. No podemos abrir un ventanal en la cocina para tener más luz, ni sacar el bidet y colocar un bidematic para que el baño quede más espacioso… NO FUNCIONA ASÍ!, lo que vemos es lo que conservaremos y muy probablemente ni siquiera nos den las gracias por las mejoras que hayamos hecho.
Entonces ¿por qué pensamos en los tipos como si fueran un bien inmueble?.

El día que conocí al pelado por ejemplo, en el minuto en que me subí al auto hubiera vuelto a abrir la puerta, para irme. Pero no, cerré los ojos, dejé que mi imaginación decore y para cuando llegamos a dónde habíamos quedado en ir, yo había dejado el monoambiente en el abasto con bombitas colgando del techo, convertido en un piso en recoleta con vistas a la plaza, puesto por la Bauhaus.
Y sí, no sólo eso sino que siempre estuve convencida de que ese era un “don”. ¡Eros me dotó con un arma más que al resto de la humanidad!, tengo un poder especial que me hace ver más allá de las apariencias, más allá de lo banal, más allá de lo básico. ¡Eros me dio un don!, sí, para ensartarme con mi propia fantasía, Gracias Eros, pero si no te ofende, te devuelvo el don, metételo en el ojete!.