lunes, 19 de abril de 2010

Huevos y corazón

Ya con mi metro setenta recuperado y casi “al dente” de mi consistencia física, cambio a Carly Simon por Social Distortion, recupero horas de sueño perdidas al pedo, encuentro nuevamente el encanto de cocinar para mí y para los demás y la energía para seguir dando amor. Es increíble la cantidad de amor que una puede depositar en una sola persona. Cuándo me dí cuenta de que toda esta cantidad de amor que genero, puede ser más que suficiente para amar al continente más abandonado, no pude evitar sentir un poco de culpa por haber agobiado de semejante manera, con un amor tan grande a alguien tan limitado en su capacidad de recibir, percibir y contener.

Debería existir un medidor de amor, cómo el alambrecito ese para medir el aceite de los autos, uno mete, saca y mira cuánto y sí es que le falta y pone lo justo, ni más ni menos, y entonces todo marcha sobre ruedas, pero no es así con el amor… No existe el medidor que nos avise si está por rebalsar o si va a fundirse en cualquier momento.

Por eso subo el volumen y canto a la par de Mike Ness mientras bato tres huevos para un bizcochuelo. Los otros huevos no están batidos, están bien colocaditos, como el corazón, huevos y corazón balanceados, alineados junto con el tren delantero y listos para salir a la ruta.